La encina (Quercus ilex), es probablemente, el árbol más
representativo de gran parte de la Península Ibérica. Es un árbol
tradicionalmente asociado a la agricultura y a la ganadería, por tanto sus
productos han contribuido durante siglos al desarrollo social, económico y al
bienestar de la sociedad. Los bosques de encina constituyen ecosistemas muy
ricos en biodiversidad, que hoy corren peligro, debido a la sobreexplotación y
a las malas prácticas.
La protección del medio ambiente, con carácter general,
desde una modesta entidad asociativa, no deja de ser algo utópico por
inalcanzable, dada la enorme dimensión del “medio ambiente”, limitándose las
actuaciones posibles a buenas intenciones y moderada eficacia; sin embargo
centrar los esfuerzos en un aspecto concreto, muy característico de la
Península Ibérica, muy castigado y vulnerable, puede resultar útil, práctico y
efectivo; por esta razón se fija la atención en la encina y en su ecosistema,
el encinar, sin pérdida del interés general que supone el medio ambiente.
En el año 2010, declarado por la ONU Año Internacional de la
Biodiversidad, la conservación de las especies de la flora y la fauna de
nuestro planeta se confía a la detención de la degradación medioambiental y a
la recuperación de especies en peligro de extinción. En Europa, Natura 2000 ha
delimitado espacios naturales y especies que deben ser protegidos cuando muchos
de los hábitats ya han sufrido una grave degradación.
La protección y la conservación ya no son suficientes, en
muchos casos, para restablecer las condiciones naturales de los hábitats en los
que durante siglos se desarrolló la riqueza de especies que conocemos. La
fuerte repercusión de la actividad humana sobre el medio ambiente ha deformado
los ecosistemas y sus interrelaciones hasta tal extremo que su recuperación
eficaz no puede producirse de forma natural, sólo con medidas de protección de
una biodiversidad que en muchas zonas ya no existe.
Por otra parte, la sociedad demanda un aprovechamiento
ordenado y sostenible que la naturaleza no puede ofrecer en la actualidad desde
su limitada potencia.
Es necesario devolver a los ecosistemas modificados actuales
una vida rica de flora y fauna. Es necesaria una intensa regeneración de la
biodiversidad, apoyada por los conocimientos científicos y los medios
materiales disponibles, potenciando los atractivos de la naturaleza para que
pueda ofrecer aprovechamientos sostenibles.
La recuperación de especies en peligro de extinción se debe
producir en la misma proporción en que crezcan las especies sin riesgo, si la
regeneración de los ecosistemas es eficaz.
Por todo ello, surge esta iniciativa asociativa, bajo la
idea de sumar voluntades y esfuerzos para evitar, en lo posible, la degradación
medioambiental, en general, la debilitación y deterioro del bosque de encinas,
en particular y muy concretamente coadyuvar a la recuperación de especies en
peligro de extinción que forman parte del ecosistema del encinar.